dijous, 27 de juny del 2019

Silencio - Edgar Allan Poe




Silencio és probablement la historia més fantàstica que li he llegit a Poe. La seua lectura és hipnòtica.
NOTA 4/5

Silencio.
Edgar Allan Poe
(1809-1849)
Las crestas montañosas duermen; los valles, los riscos
y las grutas están en silencio. (Alcmán)

—Escúchame —dijo el Demonio, apoyando la mano en mi cabeza—. La región de que hablo es una lúgubre región en Libia, a orillas del río Zaire. Y allá no hay ni calma ni silencio.
Las aguas del río están teñidas de un matiz azafranado y enfermizo, y no fluyen hacia el mar, sino que palpitan por siempre bajo el ojo purpúreo del sol, con un movimiento tumultuoso y convulsivo. A lo largo de muchas millas, a ambos lados del legamoso lecho del río, se tiende un pálido desierto de gigantescos nenúfares. Suspiran entre sí en esa soledad y tienden hacia el cielo sus largos y pálidos cuellos, mientras inclinan a un lado y otro sus cabezas sempiternas. Y un rumor indistinto se levanta de ellos, como el correr del agua subterránea. Y suspiran entre sí.
Pero su reino tiene un límite, el límite de la oscura, horrible, majestuosa floresta. Allí, como las olas en las Hébridas, la maleza se agita continuamente. Pero ningún viento surca el cielo. Y los altos árboles primitivos oscilan eternamente de un lado a otro con un potente resonar. Y de sus altas copas se filtran, gota a gota, rocíos eternos. Y en sus raíces se retuercen, en un inquieto sueño, extrañas flores venenosas. Y en lo alto, con un agudo sonido susurrante, las nubes grises corren por siempre hacia el oeste, hasta rodar en cataratas sobre las ígneas paredes del horizonte. Pero ningún viento surca el cielo. Y en las orillas del río Zaire no hay ni calma ni silencio.
Era de noche y llovía, y al caer era lluvia, pero después de caída era sangre. Y yo estaba en la marisma entre los altos nenúfares, y la lluvia caía en mi cabeza, y los nenúfares suspiraban entre sí en la solemnidad de su desolación.
Y de improviso levantóse la luna a través de la fina niebla espectral y su color era carmesí. Y mis ojos se posaron en una enorme roca gris que se alzaba a la orilla del río, iluminada por la luz de la luna. Y la roca era gris, y espectral, y alta; y la roca era gris. En su faz había caracteres grabados en la piedra, y yo anduve por la marisma de nenúfares hasta acercarme a la orilla, para leer los caracteres en la piedra. Pero no pude descifrarlos. Y me volvía a la marisma cuando la luna brilló con un rojo más intenso, y al volverme y mirar otra vez hacia la roca y los caracteres vi que los caracteres decían DESOLACIÓN.
Y miré hacia arriba y en lo alto de la roca había un hombre, y me oculté entre los nenúfares para observar lo que hacía aquel hombre. Y el hombre era alto y majestuoso y estaba cubierto desde los hombros a los pies con la toga de la antigua Roma. Y su silueta era indistinta, pero sus facciones eran las facciones de una deidad, porque el palio de la noche, y la luna, y la niebla, y el rocío, habían dejado al descubierto las facciones de su cara. Y su frente era alta y pensativa, y sus ojos brillaban de preocupación; y en las escasas arrugas de sus mejillas leí las fábulas de la tristeza, del cansancio, del disgusto de la humanidad, y el anhelo de estar solo.
Y el hombre se sentó en la roca, apoyó la cabeza en la mano y contempló la desolación. Miró los inquietos matorrales, y los altos árboles primitivos, y más arriba el susurrante cielo, y la luna carmesí. Y yo me mantuve al abrigo de los nenúfares, observando las acciones de aquel hombre. Y el hombre tembló en la soledad, pero la noche transcurría, y él continuaba sentado en la roca.
Y el hombre distrajo su atención del cielo y miró hacia el melancólico río Zaire y las amarillas, siniestras aguas y las pálidas legiones de nenúfares. Y el hombre escuchó los suspiros de los nenúfares y el murmullo que nacía de ellos. Y yo me mantenía oculto y observaba las acciones de aquel hombre. Y el hombre tembló en la soledad; pero la noche transcurría y él continuaba sentado en la roca.
Entonces me sumí en las profundidades de la marisma, vadeando a través de la soledad de los nenúfares, y llamé a los hipopótamos que moran entre los pantanos en las profundidades de la marisma. Y los hipopótamos oyeron mi llamada y vinieron con los behemot al pie de la roca y rugieron sonora y terriblemente bajo la luna. Y yo me mantenía oculto y observaba las acciones de aquel hombre. Y el hombre tembló en la soledad; pero la noche transcurría y él continuaba sentado en la roca.
Entonces maldije los elementos con la maldición del tumulto, y una espantosa tempestad se congregó en el cielo, donde antes no había viento. Y el cielo se tornó lívido con la violencia de la tempestad, y la lluvia azotó la cabeza del hombre, y las aguas del río se desbordaron, y el río atormentado se cubría de espuma, y los nenúfares alzaban clamores, y la floresta se desmoronaba ante el viento, y rodaba el trueno, y caía el rayo, y la roca vacilaba en sus cimientos. Y yo me mantenía oculto y observaba las acciones de aquel hombre. Y el hombre tembló en la soledad; pero la noche transcurría y él continuaba sentado.
Entonces me encolericé y maldije, con la maldición del silencio, el río y los nenúfares y el viento y la floresta y el cielo y el trueno y los suspiros de los nenúfares. Y quedaron malditos y se callaron. Y la luna cesó de trepar hacia el cielo, y el trueno murió, y el rayo no tuvo ya luz, y las nubes se suspendieron inmóviles, y las aguas bajaron a su nivel y se estacionaron, y los árboles dejaron de balancearse, y los nenúfares ya no suspiraron y no se oyó más el murmullo que nacía de ellos, ni la menor sombra de sonido en todo el vasto desierto ilimitado. Y miré los caracteres de la roca, y habían cambiado; y los caracteres decían: SILENCIO.
Y mis ojos cayeron sobre el rostro de aquel hombre, y su rostro estaba pálido. Y bruscamente alzó la cabeza, que apoyaba en la mano y, poniéndose de pie en la roca, escuchó. Pero no se oía ninguna voz en todo el vasto desierto ilimitado, y los caracteres sobre la roca decían: SILENCIO. Y el hombre se estremeció y, desviando el rostro, huyó a toda carrera, al punto que cesé de verlo.
Pues bien, hay muy hermosos relatos en los libros de los Magos, en los melancólicos libros de los Magos, encuadernados en hierro. Allí, digo, hay admirables historias del cielo y de la tierra, y del potente mar, y de los Genios que gobiernan el mar, y la tierra, y el majestuoso cielo. También había mucho saber en las palabras que pronunciaban las Sibilas, y santas, santas cosas fueron oídas antaño por las sombrías hojas que temblaban en torno a Dodona. Pero, tan cierto como que Alá vive, digo que la fábula que me contó el Demonio, que se sentaba a mi lado a la sombra de la tumba, es la más asombrosa de todas. Y cuando el Demonio concluyó su historia, se dejó caer, en la cavidad de la tumba y rió. Y yo no pude reírme con él, y me maldijo porque no reía. Y el lince que eternamente mora en la tumba salió de ella y se tendió a los pies del Demonio, y lo miró fijamente a la cara.

FIN

dimecres, 26 de juny del 2019

Los pacientes del doctor García — Almudena Grandes





Titulo: Los pacientes del doctor García

Autor: Almudena Grandes
IV Libro de Episodios de una Guerra Interminable

Editorial: Tusquets editores

Nº de pàginas: 768 
ISBN  9786070743290



Esta es la reseña número 100 que, junto a cuentos completos, puedes encontrar en la Biblioteca de Lyums.

¡La 100!

Estoy encantado de que ésta sea para Los pacientes del doctor García, de Almudena Grandes.
He pasado un mes delicioso entre sus páginas a la vez que he tenido la oportunidad de leer a la autora, cuyo nombre no me era desconocido, pero que no había tenido oportunidad de leer.


Los pacientes del doctor Garcíala cuarta entrega de sus Episodios de una Guerra Interminable, es una obra extremadamente compleja, y no por tener una escritura o argumento complicados, sino porque la autora ha tenido que hacer verdaderas figuras de encaje para que el lector no se pierda a través de la multitud de personajes que aparecen en la obra. Todos ellos perfilados psicológicamente de manera magistral. También por situar la trama en muchos escenarios distintos: España, Alemania, Inglaterra, Francia, Rusia, Estados Unidos o Argentina y, el más difícil todavía, que la novela a su vez gire alrededor de una trama de espionaje y suplantaciones de personalidad. Y con todo, la lectura fluye. La historia que cuenta avanza y el lector se encuentra cada vez más dentro del complejo mundo que Almudena Grandes ha creado para él.

La escritura, aunque sencilla, está repleta de detalles y hace que las horas transcurran sin que el lector se dé cuenta de ello. Apagar la luz de la mesita poco antes del alba no sucede con todos los libros y, aunque ojeroso, me siento feliz de haber entrado en esta obra que sitúo como la mejor lectura de este 2019. 

Hay que tener presente al comenzarla que, para que una novela de tal complejidad “funcione” hay que darle un tiempo. Un plazo aceptable para que los distintos personajes se presenten, para que se dibuje en nuestra imaginación de lector el escenario en el que se mueve cada uno. Una vez arrancada ésta, las historias se entrelazan y la lectura fluye. 

A grandes rasgos la historia empieza con la amistad que, por ser sus abuelos ya grandes amigos, surge entre Guillermo García Medina, médico republicano y su vecina Amparo Priego, descarada y falangista. Los acontecimientos de la Guerra Civil española les llevan a vivir un romance del que nace un hijo. Al terminar la Guerra, Amparo desaparece con el hijo de ambos y a Guillermo le toca sobrevivir. Con la ayuda de uno de los personajes centrales en la novela, Manuel Arroyo Benítez, se convierte en Rafael Cuesta y entra a trabajar en una empresa de trasportes para salvar la vida. Toda la estructura de la obra se arma para  de desenmascarar una a red de evasión de criminales de guerra nazis y prófugos del Tercer Reich que dirige desde el barrio de Argüelles una mujer alemana y española, nazi y falangista, llamada Clara Stauffer.

Todo son elogios hacia ella (la novela) pero es que, amigo, es  exquisita, llena de sorpresas, encuentros, desencuentros, amores y odios, espías y suplantaciones. A los largo de sus páginas se entremezclan datos históricos, incluso poco conocidos, junto con otros y a parte de personajes ficticios o grandes dictadores nos encontramos a Pilar Primo de Rivera, Juan Negrín, Pablo Azcárate, Largo Caballero, Andreu Nin, Clara Stauffer, Léon Degrelle, Eva Perón o Norman Bethune, personaje casi desconocido y fundamental en los temas de conservación de los bancos de sangre. Un thriller que nos hace reflexionar sobre la amistad, la justicia — o sobre la injusticia—, la barbarie de la guerra, el horror que viven los vencidos, la brutalidad de los vencedores, y sobre los intereses hipócritas de las Naciones Unidas. 

Històrica, romántica, negra... y rodeada de una áurea de triste nostalgia. Nunca leí nada semejante.


Finalmente y del mismo modo que con el principio. El lector deberá dar un tiempo a la obra al terminar, para cerrar los círculos imaginarios abiertos alrededor de cada personaje. 

Narrada a dos voces, en cuanto al estilo, me ha gustado ver como la historia avanza a través de flashbacks; partiendo de una situación inicial se remonta en el pasado para dar a conocer al lector como ha llegado hasta dicha situación. También el uso que hace del contrapunto, pequeñas anticipaciones que se intercalan en la narración. Es decir que mientras por un lado está sucediendo la acción, nos encontramos sin aviso previo con escenas que suceden en el tiempo futuro.  También, y aquí es cuando me quedaba fascinado, esté el hecho de que Almudena Grandes escriba sobre un personaje que ha suplantado diversos nombres y en todo momento el lector sabe a quien se refiere. Por ejemplo está hablando de Manuel Arroyo pero le llama con el nombre suplantado que tiene en ese momento. La guinda del pastel está cuando sitúa al mismo tiempo narrativo el propietario del nombre y el suplantador sin que nada chirríe. Sin que uno no se pierda. Almudena Grandes demuestra con ello un gran dominio de la escritura. Además he agradecido que ésta no esté sobreadjetivada, punto que facilita la comprensión y da al texto un ritmo que atrapa… en ocasiones hasta el alba. 

Como es de suponer, una obra así lleva su tiempo. Cuatro años de documentación y elaboración, es lo que le ha tomado a la autora terminarla.
Considerada como una de las más complejas de su carrera y de la serie que comenzó con Inés y la alegría, para seguir luego con El lector de Julio Verne y Las tres bodas de Manolita. No defraudará al lector, estoy seguro de ello.
Por esta novela, la autora recibió el Premio Nacional de Narrativa 2018. Esta vez indiscutible, al contrario de lo que me sucedió con el Premio Planeta 2018, que fue para Yo, Julia, de Santiago Posteguillo (reseña aquí)

Biografía de la autora en el siguiente enlace: Almudena Grandes (Madrid, 1960)

Nota 5/5
De lectura obligatoria.

Sinopsis de la editorial:


Tras la victoria de Franco, el doctor Guillermo García Medina sigue viviendo en Madrid bajo una identidad falsa. La documentación que lo libró del paredón fue un regalo de su mejor amigo, Manuel Arroyo Benítez, un diplomático republicano al que salvó la vida en 1937. Cree que nunca volverá a verlo, pero en septiembre de 1946, Manuel vuelve del exilio con una misión secreta y peligrosa. Pretende infiltrarse en una organización clandestina, la red de evasión de criminales de guerra y prófugos del Tercer Reich que dirige desde el barrio de Argüelles una mujer alemana y española, nazi y falangista, llamada Clara Stauffer. Mientras el doctor García se deja reclutar por él, el nombre de otro español se cruza en el destino de los dos amigos. Adrián Gallardo Ortega, que tuvo su momento de gloria como boxeador profesional antes de alistarse en la División Azul, para seguir luchando como voluntario de las SS y participar en la última defensa de Berlín, malvive en Alemania, ignorando que alguien pretende suplantar su identidad para huir a la Argentina de Perón.
Thriller y novela de espías, Los pacientes del doctor García es tal vez la historia más internacional y trepidante de Almudena Grandes, su narración más ambiciosa, en la que conecta acontecimientos reales y desconocidos de la segunda guerra mundial y el franquismo, para construir las vidas de unos personajes que no sólo comparten la suerte de España, sino también la de Argentina.


Qui és Lymus

¿Quién soy?

 Napoleón es un cuento. Según como se mi re , un cuento pue de ser la vida de cualquier ser humano. Solo hay q ue  querer con tarla . ...