Título: EL castillo de Otranto
Autor: Horace Walpole
Editorial: Valdemar
1ªEdición: Enero 2008
Idioma; Castellano
ISBN:978-84-7702-591-7
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Hola y bienvenido a La Biblioteca de Lymus.
Antes de empezar, te debo unas disculpas, amigo lector.
¿Quien soy yo para juzgar un autor, sino un simple lector? Por ello, a la hora de reseñar, debería basarme en mi
própia experiencia, nunca en la de otros.
Sirva esta reseña para elevar mis
disculpas a un autor de quien no opiné favorablemente,
basando todo mi argumento en la impresión de otra persona.
Aprendí una lección:
Si vas a hablar házlo con conocimiento de causa. Si no: ¡calla esa boca que por tus dedos habla!
Aquellos que leéis la biblioteca, sabréis que lleva seis meses con un derrotero gótico que empezó
con Dràcula de Bram Stoker.
Remontémonos pues a su resenya. (Está escrita en valenciano y al final de la misma hay un traductor):
Solo un juntador de letras mediocre —ni
siquiera un escritor— podría haberla escrito en los términos que
yo lo hice. Es por ello, amigo lector, que quiero, con esta reseña, rebatir una parte del contenido de lo que escribí de Drácula.
El caso es sencillo. Sin más información que un prólogo de Leonard Wolf — esposo de VirginaWolf y uno de los miembros de los denominados Apóstoles de Cambridge— me
dispuse a escribir sobre el famoso vamprio, aventurándome, siguiendo las letras de Wolf, a criticar
algunas de las obras precursoras del género gótico.
Tras leer, este fin de semana y de una tacada, el Castillo de Otranto, en absoluto puedo estar deacuerdo con Wolf.
És una obra fantàstica, en todas las acepciones de la palabra. Debe leerse en clave onírica y hacerlo en su contexto.
Valiente escritor fue Walpole. Visionario y valiente.
Corrijo pues lo escrito sobre él en la
resenya mencionada y no puedo más que recomendar su lectura:
Nos situamos en el S XVIII, por un lado
tenemos a los estirados de la ilustración, su racionalismo
materialista y sus convencionalismos neoclasicos y por otro... bien,
por otro unos inconformistas, prerrománticos, utòpicos y con curiosidad por el
medievalismo y las famosas historias de caballería que, desde
Cervantes con su Don Quijote de la Mancha (1605), Ludovico Ariosto con
Orlando el Furioso (1516) o Torquato de Sato con Geruaslemme Liberatta (1581), habían conseguido que los oligarcas wigh
(antiguo Partido Liberal británico) se vieran a ellos mismos como
descendientes de aquellos nobles, paladines de la libertad inglesa,
ferozmente antimonàrquicos y que rechazaban el anglicismo*
*del prólogo de Antonio José Navarro.
Así se vió Walpole a sí mismo.
Penúltimo de seis hijos, su padre fue Sir Robert Walpole, primer ministro wigh y responsable de que, desde 1735, el 10 de Downing Street sea residencia oficial de todos los primeros ministros de la corona.
Nos encontramos de nuevo a un adinerado aristòcrata (verJan Potoki y su manuscrito encontrado en Zaragoza) que; decide remar
contra corriente dispuesto a escribir sobre màgia, fantasmas,
ruinas, castillos y amores románticos y que con estos ingredientes, grandes dosis de imaginación y una pluma crea El Castillo de Otranto,
publicado en 1764, inaugurando, según los estudiosos, lo que más
adelante vendrà a llamarse literatura gótica.
Y no
solo con su pluma, el gótico entró en más facetas de la vida del autor; el señor Walpole se hizo con una propiedad cerca del Támesis, llamada Strawberry Hill, que decoró con elemetos góticos: arcos apuntados,
bóvedas de crucería, torres,pináculos, agujas, gàrgolas,
caireles, crestería... inaugurando el estilo llamado "gothic revival" que se alargaría a lo largo de la época Victoriana.
Volviendo al libro:
Pensado para ser leído en voz alta, como era
costumbre en la época, ha sido para mí un verdadero tesoro.
Siniestra, irónica, desmesuradamente
fantàstica, melodramàtica, repleta de sombríos detalles oníricos
y toques de humor, El Castillo de Otranto, ha sobrevivido a todo tipo
de analisis los últimos dos cientos años.
Escribió Walpole:
« La imaginación le fue dada al hombre para compensarlo por lo que no es; y el sentido del humor para consolarlo por lo que es»
No en vano fue el libro de cabecera del
ideòlogo surrealista André Bretón a la hora de demostrar el poder
del inconsciente en el proceso creativo.
Sobre la obra, hay que tener en cuenta
que se trata de un texto escrito en el S XVIII, la sociedad era distinta y por lo novedoso de su estilo, muchas de las
reacciones de los personajes llegan hasta extremos hilarantes. Sirva de ejemplo
la melodramàtica escena en la que el joven Theodore ofrece su vida
para proteger a la princesa, en una escena que puede llegar a ser tan cavalleresca, que uno llegue a soltar un estentóreo y nocturno: «—¡¡venga ya!!» y despertar con la expresión a su pareja, que anda dormida a tu lado.
En El castillo de Otranto La acción sucede completamente en un
castillo, — otro elemento, junto a ruinas, fantasmas y monasterios
que será recurrente en el género gótico— en el principado de
Otranto, situado en el Sur de Italia. Ya desde sus primeros compases
aparece de manera natural lo sobrenatural, lo extravagante, que se
entremezcla con la narración de un modo exquisito:
«Un gigantesco yelmo, un yelmo cien
veces más grande que cualquier yelmo, cubierto con una gran cantidad
de plumas negras», cae del cielo y se lleva la vida, aplastando, al
único heredero al principado justo antes de su boda. Su padre sin
podibilidad de garantizar su linaje decide, en ese momento, tomar por esposa y por la fuerza a la que íba a ser su nuera.
Se crea en esta obra la figura del
villano que desea hacer daño a una jóven en el terreno sexual.
Argumento que según pude comprobar en las exelentes novelas El monje por un lado y Drácula por otro, se va a repetir en el proceso de nacimiento de la
literatura gótica siendo quizás Anne Radcliffe su mayor exponente
con sus dos obras; El Italiano y Los misterios de Udolpho,
que espero poder leer pronto.
En conclusión:
El género gótico me
tiene fascinado. Me gusta en su variante musical, como
evolución de aquél no-future, del Punk britànico, hasta llegar al estado de languidez sombría que
lo llevaron las bandas del New Wave. Me gusta en su variante arquitectónica.
Me gusta en su
variante literaria.
Me fascina la visión del amor romántico,
incondicional, inalcazable al que no pudeo dejar de ver, (aunque sean similitudes más de estilo que físicas), hundir sus raíces en la cultura
Occitana del S XIII; con los trobadores, las trobairitz y sus lleisd'amors.
Tenían ellos una palabra para definir este estado
utópico de sufrimiento del enamorado, lo llamaban "Minne"
Y yo encuentro la Minne entre las páginas
de todos los libros del género que hasta ahora he leído.
Recomiendo la lectura de El castillo de
Otranto y agradezco tu tiempo, querido lector. Si lo deseas puedes dejar un comentario en este mismo blog o en las distintas plataformas en las que se encuentra la biblioteca.
¡Salud y buenas lecturas!
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